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TESTIMONIO DEL PARTISANO JERKO ANTIĆ SOBRE LA MASACRE DE 6.500 CROATAS CERCA DE LJUBLJANA

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6.500 personas asesinadas arrojadas al foso

Jerko Antić

“Cerca del lugar donde estuvimos, a unos dos kilómetros más allá, había una fosa, una antigua mina o algo parecido. Allí arrojaron, calculo, alrededor de 6.500 croatas. En donde estábamos los cargaban en camiones, los llevaban hasta esa fosa y los mataban. Recuerdo que un tal Petar Duvnjak, oriundo de Dalmacia o de origen dálmata, era el principal ejecutor. Él estaba detrás de la ametralladora y vaciaba las cintas de munición segando las vidas de los jóvenes croatas. Es verdad, yo no vi como mataba, pero eso me lo contaban y se horrorizaban los choferes que tenían que trasladar a los prisioneros y vieron esa terrible masacre. Pero puedo dar testimonio de primera mano de que a ese Petar cada tanto le agarraban ataques de locura. Yo también ayudaba a sujetarlo cuando le agarraba la ‘enfermedad partisana’. De a cinco lo teníamos que sujetar”.

“Nací el 6 de septiembre de 1928 en Klobuk, en la pequeña aldea de Kapel Mahala, y ahora vivo en la pequeña aldea de Osoje. Mi padre es Ćiril, y mi madre Andra Petrović, oriunda de Klobuk, de la pequeña aldea de Poljane. Terminé cuatro grados de la escuela primaria, pero eso duró, por distintas circunstancias y por la guerra, un poco más de cuatro años. La escuela estaba en la casa de Miča Ćutuk en Vojnići. Mi maestro era Alojzije Perković, oriundo de Lika, y después de él vino la maestra Olga, no recuerdo su apellido. Era una croata ferviente y llevaba la gorra ustachi. Ella se fue en 1943 y no sé qué pasó con ella. De esa manera nos quedamos sin maestro y la escuela dejó de trabajar. Luego fuimos a Veljaci y allí terminé cuarto grado. Eso fue en 1943, y ya después de unos cuantos meses recibí el llamado para sumarme a los partisanos. Pero sobre eso vamos a hablar un poco más tarde. Después de esos años escolares hice trabajos de agricultura como todos en mi casa y en esa zona. Un poco de molinillo, un poco de tabaco y de contrabando, un poco de trigo, alguna oveja y cabra… Si votas por los radicales serbios, el tabaco te lo pagan bien, si votas por Maček, por el Partido Campesino Croata: ¡con un listón por la espalda y a casa con los bolsillos vacíos! Aquellos más viejos saben qué eran los listones para el tabaco, y los jóvenes que pregunten y aprendan como se trataba el tabaco. ¡Algunos también en Klobuk votaron ‘como les dictaron’ y fueron premiados, y los otros fueron castigados! De nosotros siempre se pidió y se pide obediencia política, ¡¿hasta cuándo va a ser así?!”

En la fosa dos meses

“Es otoño de 1944 llegan los partisanos, no sabes que va a suceder. Antes de que veamos a los partisanos un grupo de mi pequeña aldea parte con la intención de ir hacia Široki Brijeg. Llegamos hasta aquí cerca del río y vemos que los partisanos ya hacen guardia en el puente. El río está crecido, sería difícil cruzarlo, y nosotros nos vamos a una fosa. Nadie sabía de esa fosa excepto Mate Antunović, apodado Maće. Él adelante nuestro y nosotros detrás de él a esa fosa. Allí nos escondimos alrededor de dos meses y medio. Éramos 11 en el grupo: mi padre Ćiril, mi hermano Milan y yo, Milan Antunović, Adam Antunović, Ivan Mlinarević, Ante Korda, Marijan Petrović, Mijo Petrović, Ante Petrović llamado Majić, y Franjo Pezić. Ninguno estaba casado excepto mi padre, que era del año 1898, y Adam Antunović, nacido en 1907. Todos los demás eran jóvenes, algunos éramos jovencitos.

Después de algo más de dos meses, dos del grupo salieron de la fosa presintiendo que algo podría suceder. Comenzaron a sospechar que nos iban a descubrir. Marijan Petrović dice: ‘¡Anoche dormí mal, tengo la sensación de que va a suceder algo malo! Yo me voy de la fosa’. Con él se fue también su primo Mijo Petrović. Ellos se fueron, y nosotros nos quedamos. Cuando al día siguiente vinieron los partisanos y comenzaron a tirar bombas a la fosa. Por suerte, las bombas pasaban más allá de nosotros, caían a mayor profundidad y abajo explotaban. Nosotros estábamos en una parte de la fosa donde había suficiente lugar para acomodarse, y la fosa continuaba hacia la profundidad. A nosotros no nos sucedió nada. Para estar seguros de que allí no había nadie, los partisanos ataron a una soga a Ana Petrović, la hermana de Marijan, y la bajaron a la fosa. La amenazaron con que debía decir la verdad. La bajaron hasta nuestro nivel. Y como nosotros teníamos un matraz con agua, la mojamos bien y ella les gritaba a ellos que la suban porque había llegado hasta el agua y si seguía bajando se iba a ahogar. La sacaron afuera y ella les dijo que no vio a nadie abajo. Anica era valiente y fue una verdadera mártir.

Nos delató Manda Čuljak, la apodaban Mlada. Ella estaba en contacto con Ante Barbir y con otros jefes partisanos. Los partisanos vinieron ese día hasta la entrada de la fosa y arrojaron a la fosa varias bombas, pensando que si había personas en la fosa las habían matado. Tal vez no se tomaron en serio lo que contó ella. Pero cuando volvieron a su casa y le dijeron que no vieron ni escucharon a nadie, ella afirmaba que seguramente estábamos en la fosa y si quedábamos vivos, o alguno de nosotros, cuando saliésemos íbamos a matarla a ella y a otros que colaboraban con los partisanos. Exigía que nos capturen. Los partisanos volvieron hasta la fosa y estuvieron junto a la misma toda la noche, hasta que amaneció. Los guardias arrojaban piedras y bombas. Pero todo lo que caía pasaba al lado nuestro y seguía hacia el fondo. Nosotros adentro teníamos también unas maderas y nos protegíamos también con eso. La fosa está allí también hoy. Tal vez en la misma aun hoy se podría encontrar algo del tiempo en el que estuvimos allí.”

Sal o pierdes la cabeza

“Amaneció, llaman y ordenan que salgamos. Leen nuestros nombres. Evidentemente supieron exactamente quienes estábamos en la fosa. Y los dos que se fueron un día antes, Marijan y Mijo Petrović, miraban desde el cerro lo que sucedía alrededor de la fosa. Nosotros salimos, no quedaba otra alternativa, o perdíamos la cabeza. Nos ataron de a dos con alambre, y vamos. Llegamos hasta la casa de Marijan Pezić en Kapel Mahala. Él era intendente en Ljubuški en el tiempo del gobierno croata. Desde allí nos llevaron atados así a Veljaci, a lo de Curić. Y allí, hermano, nos golpearon sin piedad. Nos golpeaban con todo, con las culatas y con cualquier herramienta que tuviesen a mano. A Ante Petrović, a mi hermano Milan Antić, y a mí, nos golpearon menos. Pero si éramos niños. A mí solamente una vez uno me golpeó bien. Ante Korda, llamado Viličević (lo llamaban también Štraus), es el que más golpes recibió. En él se encontró el uniforme de la División del Diablo. Y él poco antes había huido del ejército alemán, vino a su casa y entonces fue con nosotros a la fosa. Más tarde lo mandaron al Cuerpo de Defensa Popular de Yugoslavia. A los que nos arreaban y nos golpeaban no los conocíamos. Por el aspecto, el traje típico y la forma de hablar eran serbios de Herzegovina Oriental.”

Otra fosa

“Supieron que también en la pequeña aldea de Osoje hay una fosa y que en la misma se esconden personas, pero no sabían dónde se hallaba exactamente. Por eso arremetieron contra nosotros para que les digamos donde estaba. Decían que el que dijese dónde estaba la otra fosa enseguida se iba a ir a su casa. Tire y afloje hasta que Ivan Mlinarević les dijo que los iba a llevar hasta esa fosa. Qué iba a hacer el pobre, tal vez pensó que de todas formas la iban a encontrar y por lo menos se iba a aliviar los suplicios. En circunstancias tan difíciles sucede de todo. Casi todos se encaminaron detrás suyo hacia esa fosa, y a nosotros nos llevaron a Ljubuški y de paso nos golpeaban. Ellos iban a caballo, y a nosotros nos hicieron descalzar y nos arreaban y golpeaban. Era de noche cuando nos llevaban a Ljubuški. Decían: ‘¡Hasta la medianoche los vamos a golpear, y desde la medianoche los van a comer los peces!’

En Ljubuški enseguida separaron a Ljubo Antunović y a Ivan Petrović. A ellos dos los mataron enseguida detrás del edificio municipal, donde ahora está el monumento. Yo no vi como los mataban, pero lo vieron mi hermano Milan y Ante Petrović. Ellos eran los más jóvenes entre nosotros y fueron separados de nosotros. A ellos dos los taparon con un viejo capote para que no viesen lo que sucedía, pero había un agujero en el bolsillo de ese viejo capote y ellos a través del mismo vieron como los mataban. Junto con ellos mataron también a una señora o señorita. Eso fue en febrero del año 1945. Nosotros fuimos encerrados en el sótano del edificio municipal. Nos daban de comer un poco de una papilla.”

De la cárcel a los partisanos

“Después de 10 o 12 días vinieron al sótano y le dijeron a mi padre:’Tú vas a la vendimia’,y eso era trabajar en la cosecha de carrizo en algún lugar del valle del río Neretva. Allí mandaron también a Adam Antunović. Ellos dos eran los más viejos entre nosotros y los enviaron a trabajo forzado. No sé cuantos meses estuvieron allí. A Ante Korda lo enviaron al Cuerpo de Defensa Popular de Yugoslavia. A mi hermano Mile, que nació en 1932 y era demasiado joven, lo enviaron a casa. A Frano Pezić, a Milan Antunović y a mí también nos dejaron ir a casa con la orden de que ni bien recibamos el llamado teníamos que sumarnos a los partisanos. ¡Nosotros llegamos a casa, y los llamados llegaron antes que nosotros! Y enseguida volvimos a Ljubuški. Nos enviaron a la XI Brigada Dálmata. Pero antes fuimos a Mostar. Nos dieron fusiles y algo de ropa. Desde allí nos llevaron a Vrgorac. Allí pernoctamos y al día siguiente fuimos a Igrane donde nos esperaba el barco, y nos enviaron a Zadar.”

El destino de las personas de la otra fosa

“En la otra fosa, aquella en la pequeña aldea de Osoje, estaban Marijan Međugorac, Rade Međugorac, Ante Međugorac y su hijo Vinko Međugorac, Rudo Petrović y su hijo Vinko Petrović, Andrija Međugorac, el padre Nikola que ahora es mi vecino. Rudo Petrović se les había escapado, pero ellos lo capturaron y lo llevaron a su casa, aquí cerca de mi casa actual. En la casa había dos puertas de salida, y los partisanos no se percataron. Cuando llegaron a la casa de Rudo, él les dijo: ‘Gente, vamos a comer algo y entonces continuamos.’ Y ellos aceptaron el ofrecimiento. Rudo cortó carne asada y pan, frio huevos – dio lo que tenía. Se sentaron junto al hogar a comer y él con ellos. Entonces les dijo: ’Esto hay que regarlo con un vaso de buen vino.’ Él agarró el vaso como para llenarlo con vino en otra habitación. Al diablo con eso, dejó el vaso y se ‘fugó’ a través de la puerta secundaria. Un soldado cuidaba la puerta principal, pero no sabía de la otra puerta. Cuando vieron que no estaba, se incorporaron de golpe y comenzaron a perseguirlo. Hubo corridas y gritos. Buscaron, dieron vuelta todo, pero no lo encontraron. Él se fue abajo hasta el río y allí se escondió. Sabía del lugar donde el agua se tragó profundamente la tierra debajo de la orilla y allí se escondió. Ellos pasaban encima suyo y ni se acordaron de que junto a la orilla existían pozos como ese.  

Rudo se les escapó, pero pagaron otros. Los llevaron al puente de Mladi en Veljaci y allí los mataron. Allí también mataron a Vinko, el hijo de Rudo. Era de mi generación. Como a mi grupo lo llevaron a Ljubuški, ni siquiera sabía que fueron asesinados. Cuando volvíamos a la casa de Tomo Grizelj, la mujer me dijo que allí mataron a los de Osoje (habitantes de Klobuk) y que uno gritaba y rogaba: ‘No me maten a mí, ustedes dijeron que me iban a soltar cuando les dijese dónde estaba la fosa.’ Y ellos le dijeron: ’Nosotros no queremos a los traidores. Como los traicionaste a ellos, nos traicionarías a nosotros.’Y así mataron allí también a Ivan Mlinarević. Los cuerpos los tiraron al río y unos cuantos días después fueron hallados en Otunj cerca del molino.”

Desde Zadar hasta Klagenfurt

“Como ya dije, llegamos a Zadar en barco, y entonces nos incorporaron a las operaciones militares. A través de Ravni Kotari y luego hacia Bihać. Cerca de la entrada a Bihać, cerca de Golubić, fuimos rodeados y allí hubo bastantes víctimas. Después partimos hacia Gospić y allí en una colina fuimos rodeados y muchos perecieron, y en Gorski Kotar sufrimos grandes pérdidas. Caímos en una trampa y de 160 de nosotros quedaron vivos solamente 12. Nos levantaron y nos enviaron a la guerra sin ningún tipo de instrucción: ¡aquí tienes el arma y muere!

De mis jóvenes habitantes de Klobuk que fueron levantados junto conmigo por los partisanos no volvió ninguno excepto yo. Yo tuve la suerte de que me destinaron a ser correo, por lo cual de alguna manera sobreviví. No tuve que ir a la primera línea. Estuvimos en Sušak, Istra y llegamos todo hasta Trieste. Llegamos hasta la mitad de la ciudad, y entonces llegó la orden de replegarnos. Nos fuimos a través de Eslovenia y llegamos todo hasta Klagenfurt en Austria. Ordenaron el repliegue también desde esa zona y llegamos hasta un lugar que estaba a un poco más de 30 kilómetros de Ljubljana. Eso era Žiri cerca de Ljubljana.”

Matanza de prisioneros croatas

“Mientras estábamos no muy lejos de Ljubljana, traían a los prisioneros croatas. Escuché que había bastantes de la zona de Ljubuški y por eso busqué entre ellos a mi primo Pavao Antić. No lo encontré a él, pero sí encontré a Lovro Antunović, a Jerko Antunović, a Ivan Mlinarević, a los hermanos Pero y Stipe Rašić y a algunos de Vitina. Les traía comida cuanto podía. Era correo y por eso me podía mover un poco más que los otros soldados. Vestían uniformes finlandeses. Ellos me daban kunas, pero para qué me sirven si no tienen valor. Y aunque lo tuviesen, no hacía eso por dinero. No había cucharas y comían con la mano lo poco de aquella papilla que lograba traerles.

Allí los formaban en filas. Separaban a aquellos nacidos desde el año 1926 hasta el año 1930. A todos los demás los ataban y los arreaban a la fosa. ¡Amenazaron con que si alguno garantizaba que alguien no fue ustachi y ellos se enteraban a través de las comisiones locales de que sí fue, perdería la cabeza! No lejos del lugar donde estábamos, a unos 2 kilómetros más allá, había una fosa, una antigua mina o algo similar. Allí fueron arrojados, yo calculo, alrededor de 6.500. Allí donde estábamos nosotros los cargaban en camiones, los llevaban hasta esa fosa y los mataban. Recuerdo que un tal Petar Duvnjak, oriundo de Dalmacia o de origen dálmata, era el principal ejecutor. Él estaba detrás de la ametralladora y vaciaba las cintas de munición segando las vidas de los jóvenes croatas. Es verdad, yo no vi como mataba, pero eso me lo contaban y se horrorizaban los choferes que tenían que trasladar a los prisioneros y vieron esa terrible masacre. Pero puedo dar testimonio de primera mano de que a ese Petar cada tanto le agarraban ataques de locura. Yo también ayudaba a sujetarlo cuando le agarraba la ‘enfermedad partisana’. De a cinco lo teníamos que sujetar”.

Desde Eslovenia hasta Tetovo

“Desde ese lugar cerca de Ljubljana nos enviaron a los cerros y colinas de Eslovenia a buscar belogardistas, anticomunistas eslovenos. Así deambulé con el ejército por Eslovenia unos dos meses. Luego nos enviaron a Zagreb y allí estuvimos 4 o 5 días. Continuamos hacia Zemun en vagones abiertos y luego hacia Skopje, y al final hacia Tetovo. Allí estaba nuestra sede, y nos enviaban en patrullas por las montañas ubicadas junto a la frontera con Albania. En esos cerros permanecí hasta el fin de noviembre del año 1945. Y entonces llegó la orden, aquellos que no estuvieron en ningún otro ejército excepto en el ejército partisano, si quieren, pueden ir a la escuela militar. Si no quieren, se van a su casa. Eso valía para nosotros los jóvenes pues ni habíamos podido estar en algún otro ejército. No me quise quedar, sino que desde Tetovo partí hacia mi casa.”

Fuente:

“Desde Bleiburg hasta Ljubuški, testimonios de los sobrevivientes”, Ljubuški – Chicago, año 2014.

Vedran.P/crímenes comunistas

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